En la novela El Gatopardo, escrita por Giuseppe Tomás di Lampedusa (que después llevó magistralmente al cine Visconti en 1963) el personaje llamado Tancredi (interpretado por Alain Delon en la película) le dice a su tío Fabrizio: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”
En ciencias políticas se ha llamado a este pensamiento “gatopardismo” o “lampedusianismo” cuya máxima sería:
“Cambiemos todo para que nada cambie”
No expongo aquí esta cita para comentar el gran cinismo que encierra si la leemos en el contexto de la obra, sino para realizar una reflexión que, dados los tiempos que corren, me parece oportuna. Intentaré explicarme.
Estoy convencido de que el concepto de Beneficio, entendido este como la ganancia económica que tenemos gracias a la realización de nuestros proyectos, ideas, obras, empresas, etc., es algo insustituible; por ahora nadie me ha presentado un concepto sustitutivo que me convenza. O mi esfuerzo y mi sacrificio me da una “renta” o lo más probable es que no lo haga.
Sin embargo, creo que el problema no está ahí; el problema está en quienes se han apropiado del mismo como bandera y lo utilizan para sus intereses político / económicos, amedrentando a muchas personas sobre la certeza de que si estuviesen otros en el poder este concepto desaparecería. Lo que no explican, es que la gran mentira que plantean esconde que, si ellos siguen, nadie controlará si ese beneficio es ético o no. Es decir, nos atemorizan con que vienen los malos para hacer ellos lo que quieran con los controles que ellos mismos diseñan. Pues bien, el concepto de Beneficio es un bien que poseemos todos aquellos que creemos en el esfuerzo y, por ende, en su recompensa. Ni he creído, ni creo, ni voy a creer nunca en la papanatada que pretenden las ideas comunistas a este respecto. Son, han sido y serán siempre un estrepitoso fracaso. Pero no estoy dispuesto a que una serie de perfectos ambiciosos desmedidos jueguen con algo tan importante como este concepto y su influencia en el desarrollo de ideologías que defienden el libre mercado, la competencia y… ¡LA ÉTICA DE LA RECOMPENSA!.
Soy de derechas (por si alguien tiene alguna duda) y no puedo soportar que los niños pasen hambre, que los enfermos no sean atendidos por no tener dinero, que la justicia no sea igual para todos, que a la Universidad no puedan acceder aquellos que por méritos lo merezcan, que los ancianos no estén protegidos… ¿Quieren que siga? Estoy seguro que todos aquellos que nos definimos de derechas estaremos de acuerdo con detestar esas situaciones y buscar todas las soluciones posibles para que no se produzcan. Así que no me vengan “progresistas” de tres al cuarto para darme lecciones en ese sentido.
Crear riqueza, empleo y, en consecuencia, pagar impuestos que permitan lo anterior será posible si existe el Beneficio como concepto y elevamos a la categoría que se merecen a los empresarios (estoy hablando del dueño del bar de la esquina, del del taller, del de la tienda, de de la PYME de cualquier sector y de los grandes empresarios) pero para ello, todo el mundo debe estar convencido que hay un sistema que se instala gracias a que existe la recompensa al esfuerzo, al sacrificio, al riesgo de fracasar, de arruinarte, etc.
Lo que tenemos que cambiar para que nada cambie (nada cambie = Beneficio) es la Ética de la Recompensa. Silenciemos a quienes nos inducen a pensar que tienen la custodia de este Grial, o a quienes pretenden destrozarlo, pues de ello depende que cambiemos muchos de los valores que deben de definir la ecuación de la Recompensa, de forma que el resultado siga siendo la obtención del Beneficio.
Se puede ganar el Campeonato del Mundo del fútbol con un resultado de 4-0; no hace falta marcar 20 goles. ¿Me explico?